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Mientras escribía una de esas milenarias cartas que dedicadas a un amor olvidado oía el susurro del frío viento tocar la ventana, me acerqué a ella y vi una golondrina, aquella golondrina que Becquer mencionaba la que no volvería la que se perdía. Otra de las tantas pérdidas que han llenado mi vida, primero unos amores luego emociones, ahora hasta el sentido lo pierdo sin abrigo, hasta que no logre controlar el amor que me hace llorar, hasta perder la cordura que es mi ultima armadura. Hasta alcanzar tus brazos que con sus abrazos ningún otros brazos han logrado mimar el abrazo que solo lo daban tus brazos. Con locura, porque ahora la cordura se pierde en un giro que muere sin alivio. Porque ahora y de nuevo tu me evades porque sabes que quizá me ames y en el fondo del ser te comprometes con tu pasado, porque un ciclo cerrado es desechado y no deja espacio para un fracasado que en busca de tu amor perdido lucha consigo mismo intentando ser mejor pero logrando sólo lo peor ¿Qué acaso no existe un Consuelo Romantico, que cada pedazo de tu corazón pueda rondar en el fondo de mis otra cara?

Así el suspiro del romanticista frustado llega a su amada querida rozando con cariño y rechazados con desprecio, así el romanticista sigue escribiendo obras a su querida, obras perdidas al igual que sucausa, pero no se cansa porque algún día su amada perdida encontrará el camino que sin pensanlo la llevará al romanticista.

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