En la torre más alta ella mira con arrojo al hombre más grande que con lágrimas llena sus ojos. Tranquila Dulcinea, que el caballero luego llega, aunque tarde y aunque apenas las gotitas lo veneran. Son simples las virtudes, de los hombres que te quieran, son simples las palabras de un te quiero y lo que quieras. El tormento pasa, dulce coneja, que las nubes negras mis labios las alejan y las torpes frases que de amor se llenan escapan en el viento que el pesar aleja. Tu sonrisa oculta, en mi alma pesa más el recuerdo de lo bella jamás me deeja, en un torpe movimiento mis manos se alejan de la suave amargura que tu mirada deja. Permitidme la palabra que viaja a tus fronteras, que esta mente humana no sólo se queja, sino que piensa en ti belleza, más qué linda prueba para tanta sutileza.
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