Cada vez que conozco algo nuevo de ti, dentro de mi alma la bestia del amor se encolera queriendo liberarse, liberarse de los barrotes en que los encierro, tras los cuales se retuerce de dolor, como un animal moribundo que lucha desesperado por salir. Tus carcajadas qué melodías tan armónicas, magna presencia de los angeles, suenan como una melodía escrita por las musas inspiradoras de los más grandes poetas y trovadores, compuestas con magia y buenaventura, con oro y platino, desde las entrañas de la tierra a lo alto del cielo, simples tonadas que salen de tu boca maltratada que ni el músico más experimentado puede siquiera imitar en su lira. Tus reprimendas, ¡Dios santo! que agradable tortura, es un peso tan enorme que corta el aire de mis pulmones, es el dolor inmenso y la convicción magna de no volver a hacer lo que te enoja, tu rostro marcado por lineas toscas de enojo llenan el alma de arrepentimiento y sumisión, si el mundo quisiera caería a tus pies con tal de aplacar tu enojo, Linda, tanto te alejas, que llega a doler, Linda, tu eres la razón de mis ojos, la tinta de mi arte, la bella sensasión de estar vivo, tu eress lo único que en estos momentos me hace sentir, sentir todos, abarcas desde lo oscuro a lo luminoso. Oh, Linda, olvida todos mis errores, olvida mis imperfecciones, y aceptame así, torpe, deforme y feo, a cualquier precio, acepta mi corazón peludo y rancio, porque sé que en tus manos brillará como el mejor de los diamantes y me convertirá en el encantador sueño que desearías.

Linda... jamás ese adjetivo tuvo tanto sentido...